Ayer estuvimos participando en la
presentación de un nuevo libro, la antología “Contando se entiende la gente”,
una selección de relatos correspondientes al curso de Escritura Creativa de
Arteaula 2011-2012, que me ha correspondido coordinar. Aquí dejo el prólogo que escribí durante el pasado verano y que ahora sirve para presentarlo.
PRÓLOGO
Si me pidiesen que nombrara los elementos
más importantes del carácter de un autor, aquello que da forma a su material y
lo impele hacia donde quiere ir, sólo podría advertirle que pusiera atención a
su garra, que se fijara en su entusiasmo.
Ray BRADBURY
Zen en el arte de escribir
Contando se entiende la gente, desde luego, eso es innegable… pero
también disfruta. No hay nada como
escuchar una historia ocurrente y original en la barra de un bar, o que un
amigo te narre algo anecdótico que a él le parece extraordinario, o quizá que
un desconocido te transmita algo inusual que le ha sucedido. Las historias, en
definitiva, nos enriquecen, nos hacen aprender, estimulan nuestro apetito por
la ficción y avivan el fuego de nuestra a menudo oxidada imaginación,
provocando que, en ocasiones, deseemos saltar de la posición de oyentes (o
lectores) a intentar ser nosotros los que ideemos esas historias que llegarán a
otros.
En este volumen que ahora tiene en sus manos se
abren ante usted las obras de una serie de autores que comparten su particular
visión del mundo: relatos de diferente estilo y calado (como no podía ser de
otra manera), con preocupaciones diversas, pero siempre con la sana intención de
interesar al lector, de hacerle entender
lo que se está contando en cada
momento, y todo ello realizado con algo que es fundamental en esta o en
cualquier otra actividad de la vida: dotando de pasión su trabajo como
escritores, elaborando personajes atractivos e historias que enganchen, y
utilizando cada uno su bagaje personal (no necesariamente autobiográfico) para
enriquecer estas tramas de ficción que sólo ellos pueden contar.
Por otro lado, al enfrentarse a las técnicas y
los mecanismos útiles para construir esta madeja de historias, uno puede
moverse entre manuales más o menos interesantes, clásicos imperecederos o
consejos de autores consagrados. Asumiendo que el ideal es una combinación
equilibrada de estas tres fuentes, siempre he preferido inclinarme por la
última opción. Quizá porque sabes que no son dogmas de fe, que probablemente lo
que les funcionó a ellos puede no funcionarle a uno… pero también que sí podría
hacerlo. Si además se ha disfrutado con la obra de alguno de estos escritores
todo parece formar una extraña pero atractiva combinación que te hace creer.
Y
creer, como ya se sabe, es parte del camino.
Uno de estos escritores es Ray Bradbury,
inolvidable creador de clásicos como Fahrenheit
451, Crónicas Marcianas o El País de Octubre. El autor
norteamericano hablaba siempre de la persistencia como uno de los factores
determinantes a la hora de conseguir ser un escritor, y ello queda reflejado en
alguno de los ensayos que escribió al respecto, donde se puede admirar el
entusiasmo que pone cuando habla de la escritura, de sus autores favoritos, de
cómo el acto de crear historias es capaz de hacernos llegar a mundos
apasionantes. Y eso nos conduce a que la actividad de escribir lleva consigo
adherida, inevitablemente, la actividad de leer… pero de leer con voracidad,
con mirada crítica, siempre atento a comprender el espíritu de la obra, a
detectar intenciones subyacentes, a percibir ese mecanismo mágico que nos
hipnotiza y nos hace viajar sin necesidad de movernos de nuestro salón.
Hace poco Ray Bradbury se despidió de nosotros
para realizar el viaje más fantástico de su vida, y eso creo que nos dejó un
poco tristes, no sólo a todos los que amamos la literatura, sino a los que
amamos la pasión en la literatura.
Pero levantemos el ánimo porque, como decía Bruce Springsteen en su reciente
gira española (al tiempo que en las pantallas gigantes de los conciertos aparecían
imágenes de Clarece Clemons, el saxofonista de la E-Street Band que falleció el
año pasado): “Si nosotros estamos (haciendo referencia a la propia Banda y al
público asistente), ellos están”.
Así pues, con esta reconfortante visión de ese
otro poeta de las letras y la música que es el ya legendario Boss, sabemos que mientras nosotros
estemos aquí, Bradbury y todos los grandes escritores del pasado también
estarán. Ellos viven en nosotros y eso nos hace mejores. Y con ellos, y con
esta nueva hornada de creadores que surgen, le invito ahora a sumergirse en Contando se entiende la gente, un libro
con historias diferentes, de unos autores que sienten la necesidad de
comunicarse con el exterior, de ser leídos y demostrar que bajo las letras que
forman sus obras subyace la energía de los que atesoran pasión por la ficción,
el mejor mundo de todos los posibles.
©José Luis Ordóñez (texto), noviembre 2012