martes, 31 de enero de 2012

Palabras para un toro sin voz


Surgió hace un par de meses la posibilidad de colaborar en un libro que persigue un fin noble: luchar contra el maltrato animal. Centrándose en la abolición del denominado “Toro Alanceado de Tordesillas”, una serie de autores muestran a través de relatos, poemas, ensayos o dibujos su rechazo ante lo que es un acto de crueldad de difícil comunión con las costumbres de un país que se supone civilizado. Así pues, y con el objetivo de poner voz a ese animal que sufre y padece, escribí un pequeño relato que narra una breve escena de una mítica historia de amor bien conocida por todos y que mezcla al mundo de Hollywood y la Costa Brava con ancestrales y salvajes tradiciones que sobrecoge aún sigan vigentes en nuestra tierra.



“Palabras para un toro sin voz” es una antología publicada por Ediciones Hades por iniciativa de la Plataforma “Manos Rojas” donde participan los siguientes autores: Rosa Montero, Soledad Puértolas, Juan Kalvellido, Emilio Silva, Carlos Mañas, Ángel Padilla, Jorge Riechmann, Ruth Toledano, Hugo Cardalda, Esther Tusquets, Luisa Cuerda, Asier Triguero, Fernando Delgado, Rafael Narbona, José Luis Victoria, Fernando González "Gonzo", Carlos Azagra, Elvira Lindo, Nativel Preciado, Ricardo Muñoz, José Luis Ordóñez, David Fernández Rivera, Ian Gibson, Vicent Jaume Almela, Javier Montilla, Eduardo Galeano y Julio Ortega Fraile.

Presentaciones

MADRID:
Jueves 2 de febrero a las 19,00 h. en la Sala del Consejo de la Juventud de España.
Calle Montera, 24. (Por razones de aforo la asistencia a la presentación será mediante confirmación previa al correo:
j.ortega@liberaong.org)
VALLADOLID:
Jueves 23 de febrero a las 19,30 h. en el Aula Triste, Palacio de Santa Cruz (piso bajo, entrando en el claustro a la izquierda). Plaza de Santa Cruz.
VIGO:
Sábado 25 de febrero a las 19,30 h. En La Casa del Libro. Calle Velázquez Moreno, 27



©José Luis Ordóñez (texto), enero 2012

jueves, 26 de enero de 2012

Grupo Salvaje


Ya no se hace cine como el de Peckinpah… aunque para ser honestos habría que decir que nadie hizo nunca el cine que hizo Peckinpah: visceral, rudo, áspero, violento y romántico, porque, en el fondo, “Grupo Salvaje” es la visión romántica de un grupo de perdedores elevado hasta el pedestal de la leyenda por obra y gracia de un cineasta que vivió los rodajes como vivía la vida: con la intensidad que hace que uno sienta que merece la pena pisar la tierra.



Y qué decir de un grupo de veteranos atracadores interpretados por unos geniales e inolvidables William Holden y Ernest Borgnine, secundados no con menor brillantez por unos magníficos Ben Johnson (cómo no recordarlo de sus películas con el maestro John Ford) y Warren Oates (unos años antes de que buscara la surrealista cabeza de Alfredo García). Añadir a esto un irreconocible Edmond O’Brien (lejos del elegante, engominado y pulcramente afeitado hombre que buscaba encontrar a quién lo había asesinado en “Con las horas contadas”, de Rudoph Maté) y un sólido y melacólico Robert Ryan y nos encontramos con uno de los mejores repartos de la historia del cine (y no nos olvidemos, claro está, de la presencia de Emilio Fernández y Alfonso Arau, que años después terminaría dirigiendo películas, entre ellas “Como agua para chocolate”).
A nivel visual la película impactó en su momento por las escenas de violencia filmadas a cámara lenta, mostrando los impactos de bala con detalle y dejando un rastro de sangre en la retina del espectador. A día de hoy, aunque eso sigue siendo el sello Peckinpah, me quedo con las miradas de William Holden a su grupo y con ese “Let’s go” que les repite alentándolos a seguir adelante, o con esa extraña lealtad, ese envidiable sentido del honor y la amistad que rige los destinos de estos pistoleros —Holden, Borgnine, Johnson, Oates y Sánchez—, llevado a su culmen en ese apocalíptico final, violento y conmovedor, plagado de nuevo de miradas cómplices que suplen las palabras, demostrando que el cine es el arte de la imagen y que la imagen agrietada de una mirada que comprende que su tiempo ha pasado justifica y alenta para intentar lo imposible, demostrando que quien lucha por la imposible saca el billete para entrar en el terreno de la leyenda.



En definitiva, esta historia del grupo de veteranos atracadores de bancos que viven al margen de la ley y que actúan en la frontera entre los Estados Unidos y México, impactó en su momento y hoy, más de cuarenta años después, se ha convertido en uno de los mejores westerns de la historia del cine; y, sin duda, en la mejor obra de Sam Peckinpah.


 ©José Luis Ordóñez (texto), enero 2012

sábado, 14 de enero de 2012

Asesinatos Profilácticos



Una auténtica gozada criminal que te coge del cuello y no te suelta hasta llegar al clásico “The End” (aquí en forma de punto y final, claro), escrita en un delicioso blanco y negro, con personajes que en la imaginación uno ve interpretados por los Humphrey Bogart, James Cagney o Edward G. Robinson de los años 30 y 40, y una Rita Hayworth que se adivina cantando de fondo “Put the blame on me”.
     O así lo imagino yo, que participo con relato en estos Asesinatos Profilácticos, y ahora los leo (y disfruto) en este sábado que ya se ha hundido en la oscuridad pero que brilla con estas historias gozosas y criminales.




Edición y prólogo de Santiago García Tirado

Relatos de Guillermo Orsi, Willy Uribe, Jerónimo Tristante, Miguel Ángel de Rus, Juan Ramón Biedma, Cristina Fallarás, Raúl Argemí, Pedro de Paz, Carlos Augusto Casas, Andrés Fornells, Manuel Villa-Mabela, Álvaro Díaz Escobedo, Daniel Barredo, Kalton Harold Bruhl, Joseba Iturrate, José Luis Ordóñez, Isaac Belmar, Carlos Salem, Joaquín Lloréns, Julio Fernández Peláez, Teresa Galeote, Emilia Luna, Manuel A. Vidal, Alberto Castellón, Iván Teruel, J. Manuel Fdez Argüelles, Manuel Gómez Gemas.

“Los mejores autores negros del momento presentados por el responsable de la edición, Santiago García Tirado. Ni en Chicago años 30 nació una generación así.”

“Las historias más negras y criminales. Una joya de la Literatura Negra; asesinatos hermosos, crímenes que logran recuperar el equilibrio del
mundo, otros con sabor a justicia y poesía, o a venganza. La ciudad atravesada por historias violentas.”

Asesinatos profilácticos es la más reciente continuación de las tres Antologías del Relato Negro publicadas hasta el momento. Estamos antes el mejor elogio de la venganza como justicia y como acto estético, un libro vanguardista, irreverente, que niega las grandes palabras e incita a los hechos. El lector de todas las sociedades ha sentido fascinación por la sangre; la novela negra se ha presentado como un elemento aleccionador contra la enormidad en épocas de puritanismo; y en épocas de libertad moral, como una muestra del ser primitivo y libre que vive en nosotros. En esta antología negra se hacen propuestas al lector que le incitan a acabar con el orden establecido de sus ideas, liberar sus represiones.”


martes, 3 de enero de 2012

LAS MEJORES PELÍCULAS DE 2011




MEDIANOCHE EN PARÍS (Woody Allen). Dios existe y se apellida Allen. Magistral.

Cada vez que voy al cine tengo la sensación de entrar en un lugar especial, alejado del frenesí diario, de los conflictos que nos rodean, un lugar, en definitiva, que me permite dar a ese botón de pausa que frena todo lo demás y hace que se me conceda un tiempo muerto (como diríamos en baloncesto), y así afronte desde el patio de butacas una historia en imágenes que me saca de la realidad y me lanza al mundo de la ficción. Tengo que decir que después de ver “Medianoche en París” ese mundo real del que uno escapa cuando va al cine es mucho más soportable y todo se ve con un rasgo de optimismo superior, porque la última película de Woody Allen demuestra que hay esperanza en el cine, y si hay esperanza en el cine hay esperanza en todo lo demás.
   Sé que desde hace bastante tiempo, cada vez que se estrena una nueva película del maestro neoyorquino, hay un coro de voces bastante extendido que nos dice que sus nuevas obras ya no están a la altura de las películas que rodó en los setenta y ochenta, que ya ha perdido la magia y frescura de antaño, que se repite, que no cuenta nada nuevo… Seguramente es lo mismo que otro coro de voces ancestral calentaba los oídos a, no sé, digamos un Hemingway o un Picasso, o, si nos alejamos más en el tiempo, a un Shakespeare.
   “Medianoche en París” es una obra de arte, y sí, habla, como en el resto de sus películas, de lo que le interesa a su creador: de las relaciones amorosas, del choque de culturas, de la ficción como válvula de escape a la asfixiante realidad, de literatura, de filosofía, de vida y de muerte (no sólo física) y de muchas otras cosas que enriquecen una historia que, sobre todas las cosas, es sencilla, espontánea, fresca y lúcida, un derroche de creatividad y riqueza que apenas llega a los noventa minutos de duración, que te hace feliz mientras asistes a la proyección y mejora tu visión de la realidad cuando sales del cine, todavía hechizado por la magia del embrujo de un cineasta incombustible, voraz en su creatividad, pasional en sus historias, un creador fiel a su estilo, a sus temas, a su filosofía vital y cinematográfica, alguien a la altura de los más grandes que ha dado el cine, alguien, en definitiva, con eso que cada vez es más raro de encontrar en el cine contemporáneo: personalidad.
   “Medianoche en París” supera todas las expectativas, porque no sólo recorre los caminos habituales en la filmografía de Allen, sino que lo hace de una manera original, sorprendente, con un reparto fantástico y una magia cargada de naturalidad que conduce a ese fin único y absoluto que persigue cualquier pieza artística: la emoción. Obra maestra absoluta que abrió el último Festival de Cannes.



THE ARTIST (Michel Hanavizius). Una gozada para todos los que aman el cine.

Aquí nos encontramos con un pequeño milagro: una película muda, en blanco y negro, sin estrellas y con la ambición de encontrar su público. Después de pasar por varios festivales (el próximo, el Festival de Cine Europeo de Sevilla), The Artist ya venía precedida de excelentes críticas que no puedo sino corroborar, porque estamos ante una obra artística, brillante y divertida que, además, funciona como un homenaje más que evidente al gran Gene Kelly que aparecía en Cantando bajo la lluvia (al cual evoca Jean Dujardin con la frescura y simpatía del mítico bailarín, en una magnífica interpretación). Igual que en el clásico musical, aquí se habla de la difícil transición del cine mudo al cine sonoro, pero mientras que en la película de Donen & Kelly quien tenía dificultades de adaptación era la actriz protagonista, aquí es el galán consagrado el que rechazará la evolución hacia una nueva forma de contar las historias. Con la presencia siempre agradecida de secundarios reconocibles (un John Goodman estupendo, que borda su papel) y algún cameo sorprendente (si uno parpadea se pierde la fugaz aparición de Malcom McDowell), Michel Hazanavicius consigue con The Artist una película inteligente, realizada por alguien que ama el cine para todos aquellos que veneramos el séptimo arte, y además se permite el lujo de homenajear al gran Bernard Herrmann utilizando uno de los temas clásicos que el compositor creó para Vértigo, la obra maestra de Alfred Hitchcock. Una joya.



ATTACK THE BLOCK (Joe Cornish). En una palabra: fantástica.

“El espíritu de John Carpenter ha estado muy presente en la elaboración de esta película”, confesó el guionista y director de la cinta, Joe Cornish, en una rueda de preguntas a la que asistí en la carpa de la FNAC que se instaló en el exterior del Auditori, en el último Festival de Sitges. Hablar de Attack the block es, por tanto, hablar del sentido lúdico del cine, de personajes bien construidos, heroicos (aunque sean adolescentes, algunos de ellos son herederos de esa joya de los 70 que es Asalto a la comisaría del distrito número 13), de la perfecta combinación entre música (excelente banda sonora) e imagen, con diálogos chispeantes perfectamente interpretados que nadan en una naturalidad poco habitual. Joe Cornish consigue en esta película ir a más: tras un buen comienzo, que ya estimula y sorprende al espectador, la historia crece, esquivando siempre caminos habituales y trillados para tomar las decisiones más acertadas, dentro de una historia fantástica que combina con acierto humor, acción y ciencia-ficción. Brillante.



MELANCHOLIA (Lars Von Trier). Una muestra más en cine del concepto que tiene el amigo Lars sobre el ser humano. Magnífica, con dos actrices estupendas y un Kiefer Sutherland que lo borda.



UN DIOS SALVAJE (Roman Polanski). Puro cine de uno de los grandes, porque para Polanski cada plano importa y significa algo, y aquí, además, cuenta con cuatro actores de primera línea.





PRIMOS (Daniel Sánchez-Arévalo). Una gozada. The Spanish feel-good movie of the year. 



¿Recuerdan esa obra maestra que hizo Woody Allen en 2009 donde el personaje que interpretaba Larry David se dirigía a cámara y hacía referencia a que ésa no era la película del año que “te iba a hacer sentir bien”? Bueno, pues ahora podemos decir que “the feel-good movie” de 2011 es sin duda “Primos”. Y, además, la película más redonda de las tres que hasta ahora nos ha ofrecido Sánchez Arévalo, al que recordamos de sus magníficos cortometrajes. Con unos intérpretes en estado de gracia, la película nos lleva de un lado a otro, con las peripecias y vaivenes amorosos de su protagonista y escuderos, en un ejemplo de frescura y naturalidad que hacen posible que el interés que empieza alto (en la divertida secuencia de arranque) no decaiga y se mantenga durante toda la película hasta el optimista y simpático desenlace.



EL ÚLTIMO EXORCISMO (Daniel Stamm). Un divertimento escalofriante.



Ésta es una película ideal para entrar en el cine sin saber absolutamente nada de ella, porque entonces el impacto emocional (y terrorífico) es aún mayor. Por supuesto, es imprescindible para alcanzar esta intensidad verla en pantalla grande (y por tanto sin interrupciones) y en versión original (para captar esa veracidad que nos arranca de cuajo el doblaje), porque el film de Daniel Stamn bucea en la naturalidad como medio ideal para hacer llegar su historia, fundiendo estilo y trama en una única línea que potencia la inquietud del espectador hasta llegar al sobrecogedor último tramo de una película que se exhibió con éxito en el Festival de Sitges 2010. Magnífica muestra de cine de terror, con momentos ciertamente inquietantes.



CÓDIGO FUENTE (Duncan Jones). Ciencia-ficción de calidad, bien dirigida, una propuesta que por momentos es apasionante. 

Duncan Jones ya nos deleitó hace un par de años con la estupenda “Moon”, premiada justamente en diferentes festivales, entre ellos el de Sitges, y ahora regresa con un producto más comercial pero igualmente sólido, por momentos brillante y desde luego le confirma como una de las presencias de referencia del cine fantástico contemporáneo.
   En “Código Fuente” partimos de una premisa tan atractiva como familiar, ya que, en cierto modo nos remite a ese otro clásico (de la comedia, en este caso) como “Atrapado en el tiempo”: si allí Bill Murray veía cómo cada día se repetía y entraba en un bucle del que no podía escapar, aquí Jake Gyllenhaal dispone de ocho minutos que se le repetirán de manera extenuante hasta que descubra al culpable de una conspiración terrorista que viaja con él en un tren. Con una cuidada planificación y algunos planos deslumbrantes, Jones construye su película dentro de la industria sin renunciar a sus señas de identidad, con una imaginería visual que en algún momento nos retrotrae a su película anterior, una banda sonora precisa y un reparto donde los secundarios brillan tanto como el protagonista. Gyllenhaal da aquí el perfil perfecto para su personaje (alejado ya, por suerte, del “Príncipe de Persia”), mientras que Michelle Monaghan y Vera Farmiga encarnan a la morena y rubia respectivamente, el interés más romántico y el interés más profesional, mientras que Jeffrey Wright se encarga de construir el aspecto más oscuro de la historia.
   Magnífica película de ciencia-ficción que nos hace ya desear la próxima entrega de este gran director.



EL ÁRBOL DE LA VIDA (Terrence Malick). A ver, esta película no se puede visionar en casa: es un must imprescindible para ver en pantalla grande. Aunque tiene momentos discutibles, hay escenas de gran belleza.



MISIÓN IMPOSIBLE: PROTOCOLO FANTASMA (Brad Bird). No, no es broma, es que Brad Bird lo hace muy, muy bien, y sabe cómo colocar la cámara en las escenas de acción. Magnífico ejemplo de buen de cine comercial.



© José Luis Ordóñez (texto), enero 2012